La Magia de la música

Hoy, cambiando la temática a la que acostumbro, haré el papel de periodista, como si uno de ellos fuere para contaros una curiosa y maravillosa experiencia que viví el pasado viernes.


"20.30 de la noche. Iglesia de Santo Domingo, Cádiz. Resultó que acudí a ella para ver un concierto de la Escolanía de María Auxiliadora. Fui allí con un amigo y mi hermana, deseando los tres de que empezara. Válgame decir que acudí allí no precisamente por ver la misa (aborrezco las iglesias), sino porque entre los integrantes del coro estaba mi rubia, mi mejor amiga, Orielle. 

Como digo, poco después de llegar los tres, nos situamos donde pudimos entre los asistentes, pues la iglesia se encontraba a rebosar de gente y no cabía ni un alfiler. Dispuestos junto a una columna, nos dispusimos a esperar la entrada de los protagonistas.

Efectuaron su llegada con acertadísima resolución y, a un aumento de velocidad de la música, corrieron a colocarse en sus lugares correspondientes, dando comienzo a lo que sería una magnífica velada.

                                                *                    *               *                                          

La última canción que pude llegar a escuchar antes de irme fue el súmmum de la expresión ante el desamor. Amigos, hablo de Someone Like You, de Adele. 

Fue, para mí, lo más maravilloso que podré oír en mi vida. Comenzó con un  asombroso solo de Irene Camacho al principio, dejando paso en el pre-estribillo al resto de compañeros. Cuando sus voces se alzaron para hacerse con el I hate to turn up on the blue uninvited, enmudecí. No podía hacer otra cosa en aquel momento más que dejarme envolver por esa música, que emanaba de voces casi de otro mundo y para mí, haciendo referencia a un comentario que leí ayer, los ángeles pueden retirarse, que ya tienen sustitutos.

Volviendo a la canción, cuando comenzó el  Never mind, I'll find someone like you... No puedo describir con palabras lo que estos chicos me hicieron sentir; más, incluso, que la propia Adele. Me dejé embargar por ellos, y sobre todo, por la voz y la mirada de Orielle. Después de otra fastuosa demostración del talento y la devoción de los chicos por lo que hacen, tuve que irme a casa muy a mi pesar.

Os preguntaréis: ¿Qué fue de Orielle? Digamos, queridos lectores, que he dejado lo mejor para el final. Cuando vi entrar a Orielle, ni siquiera el antiestético color de su uniforme pudo deslumbrarme más de lo que lo hizo ella. Mi querida amiga volvió a brillar, como lo hace cada día, pero esta vez con un poco más de fuerza. Estuvo, en dos palabras, sencillamente perfecta. Sin un solo error en coreografía (muy elocuente, para quien la haya creado) o en ejecución musical, con un 10 en belleza y gracia, volvió a asegurarse ese gran rinconcito que tiene en mi corazón, porque una vez más me hizo feliz.

Como un dato curioso, estos "choristes" me emocionaron, pero Orielle me hizo llorar. No solo no aparté de ella la mirada en el concierto, sino que además, en Someone Like You con el inicio del estribillo, sus ojos brillaron, conectaron de alguna manera con los míos y, contra todo pronóstico, me hizo soltar una lágrima. 

En definitiva, Orielle y sus compañeros me hicieron a mí, y seguro que a muchos más, disfrutar como un niño con zapatos nuevos, porque desde luego, jamás he visto u oído cosa igual.

Y no podía faltar aquí, mis felicitaciones para el magnífico director D. Antonio Hernández Asencio, sin él, quizás esta Escolanía ni sería igual en cuanto a componentes, ni sería igual de maravillosa. Detrás de cada gran coro hay un gran director. Mis felicitaciones. 
Mi enhorabuena, también, para Felipe Barbosa Bustos, con una magnífica interpretación del repertorio de canciones al piano."

Queridos lectores, esto ha sido todo. Después de haberlo leído, ¿a que os entran ganas de verles? 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Veintisiete

2025

Noviembre