Carta a mí mismo
Siempre has sido muy tolerante con los errores de los demás. Comprendes y asumes que el resto del mundo tiene derecho a equivocarse, porque nadie es perfecto. Y más derecho tienen cuando el error no nace de la intención, sino del desconocimiento o de una buena intención. Eso lo entiendes. Respetas el crecimiento de las demás personas porque equivocarse, reconocer los errores y trabajar para enmendarlos es aprendizaje y mejorar como persona. ¿Qué pasa cuando te equivocas tú? No eres tolerante. No eres permisivo. No eres comprensivo. No puedes equivocarte. Has hecho daño, y eso significa que todo lo bueno que el resto ve en ti, se desvanece. Como si nunca hubiera existido. No te van a volver a ver con los mismos ojos. Van a descubrir que no eres perfecto y que no tienes las cosas bajo control. No mereces otra cosa que no sea el repudio. Y la sensación de culpabilidad es infinita. Te invade, pesa y te ahoga. No tienes el derecho a equivocarte y muchos menos a ser perdonado. No tienes tamp...