Entradas

Mostrando entradas de 2017

Shortly

Se ríe. Viene sonriendo desde la habitación. Está contenta. Lleva puesta mi camisa blanca y el pelo suelto. No se lo ha recogido esta vez. Yo estoy sentado en la silla de mi escritorio, trabajando. Sin embargo, la oigo y dejo lo que tengo entre manos para recibirla. Entra y se sienta en mi regazo, sin dejar de sonreír mientras me mira. Deja caer uno de sus brazos sobre mis hombros, y me mira, con sus ojos verdes, incandescentes, sin desdibujar esa sonrisa en ningún momento. Entonces, yo sonrío también, de manera involuntaria, y damos vueltas en la silla mientras la abrazo, mientras nos miramos.

Café, la nuit

Je ne pense pas à toi Je ne pense pas à nous mais je pense toujours comment sera ta vie sans moi. Tes lèvres sans embrasser, ton lit, gélé. Tes livres, sans lettres, sans papier. Ton coeur, déjà touché. Le cigarette qui ( te ) se consume, Sardou qui s'évapore, la solitude de ma blessure habituée´à ton froideur.

Bailando con lobos

"Illo, no hay que rajarse pa escribir.." No soy de seguir los consejos. Ni siquiera los de mi propio subconsciente. Esa alarma que te salta como un maldito intermitente que vaticina una maldita desgracia. ¿Qué cojones estás haciendo? La vas a cagar, aléjate. Pon distancia. Huye. Y yo ni puto caso. Me gusta el riesgo, llevarme las hostias; es así como mejor se aprende. Y como de verdad se vive. El ser humano es imprudente e inconsciente por naturaleza, una tara que arrastra casi desde su aparición en escena en la gran pieza teatral que es la historia del universo. Sartre hablaba de la dualidad libertad/condena del hombre, ya que siendo libre, está condenado a ser responsable de sus acciones en el mundo. Y con esa filosofía quiero decir que sí, somos libres de decidir cuándo y cómo llevarnos la hostia, pero estamos sentenciados a ser los únicos responsables de recibirla. Y sí, me sigo refiriendo a mi mismo. Me estoy condenando a llevarme el golpe, y aún así lo q...

Funambulista

Hoy es día de dormir para dejar de llorar. O para hacerlo hasta caer dormida. Una causa, la otra efecto. Es día de nubes, de acostarte con tus pesadillas. De despertarte llorando porque no has podido con ellas. Es uno de esos en los que te sientes como un funambulista sobre el gran cañón, sin cuerda. En definitiva, cayendo al vacío. Las horas muertas se desploman sobre ti, y ruegas en silencio porque alguien te las quite de encima, te salve. Y en el fondo, sabes que no va a ser, porque no es un día para ser rescatada. Es un día de mantas, pero no de película con palomitas, sino de almohada y Andrés Suárez, clínex y autodestrucción. Sientes esa corriente de aire en el pecho: el frío que precede a la quiebra emocional. No llueve fuera, pero la sensación es esa, porque esperas un mensaje que no llega porque claro, una vez más no es de esos días. Estás fuera de lugar, te repites, marchitándote, desgastándote. Vamos, reacciona. Pero no, hoy va a ser que no. En realidad, toda es...

Mi copla eterna

Quiero escribirte una copla de esas que escribe el niño. Yo sé que tú aunque dormida me miras, lo sé, yo lo sé. Porque recuento de memoria en mi cabeza los lunares de tu espalda que aún te hacen más flamenca. Y hablando de flamenco, el Mellizo lo parió entre dos catedrales porque de una forma u otra sabía que tú ibas a revolucionarlo. Revolución son mis besos en tu espalda, un viernes 13, tus sevillanas a pleno corazón. Canta, pequeña, y que sane el corazón, que si el fin del mundo nos llegara algún día lo bonito que sería de tu manita agarrada. Y sólo me queda decirte ángel mío que aunque no conseguí la copla soy igualmente dueña de la fortuna por tenerte a mi lado. Y no temas al tiempo, que tenemos toda la eternidad.