Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2019

Buzz y Woody

Las amistades, como el amor, no se buscan. Aparecen sin más, como un hallazgo valioso e inesperado, causal o por destino: eso que se conoce como serendipia. Es cuestión de práctica, error y acierto. También inconsciente, porque el vínculo que une a dos personas está trazado por factores que escapan a la voluntad. Conocer a alguien, al fin y al cabo, es como conocerse a uno mismo. Lo que gusta y lo que no. Preferir una canción a otra, el dulce o lo salado, más de apego o de frialdad. No es que sea como conocerse; uno aprende a saber más de si mismo, viéndose en situaciones que quizás nunca antes se habría planeado.  Una parte de lo que somos es consecuencia directa de las personas que conocemos, y la amistad es causa de no perder nunca una de las piezas que conforman a cada uno de nosotros. Claro que las personas evolucionan, y así la amistad nunca deja de ser un camino, un proceso de aprendizaje. Es un viaje al interior de otra mente. Creo que traicionar a un amigo es de las c...

Amor, veneno

Pongamos que hablo de Madrid. Rebelde, desenfrenada. Te quiere, pero nunca la oirás decirlo. Prefiere la música alta, la poesía de extrarradio. La encontrarás regalándote un atardecer en el Templo, un café cargado de ironías o una risa difícil de olvidar. Pongamos que hablo de calles vacías. O no. Le aterra quedarse sola, vacía, sin nadie  que respire el aire que brota de cada uno de sus rincones. Tiene defectos, pero no lo reconoce. No le mientras, porque acabará por destruirte. Lo importante es que le hagas reír. Regálale una sonrisa cada día, y habrás ganado un pedazo de su lado más canalla. Vive su arte, sus secretos. Vive. Dale tus mejores noches, tu azotea en compañía, y la estampa de Gran Vía un atardecer cualquiera. Y cuando sientas que no puedes más, huye; pero vuelve. Te estará esperando. Pongamos que, en realidad, hablo de ti Para A: te debo el café de mañana y la cerveza de tarde en la azotea que ya has hecho casi tan mía como tuya