Tengo un plan

No es una sonrisa, es su sonrisa. No es un beso, son sus besos. Es increíble cuando te paras un momento a analizar tu vida y ves cuánto a cambiado. De estar en un pozo a rozar las nubes. Darte cuenta de que es la primera vez en tu vida que echas un polvo en verano, que regalas una rosa o que haces el amor tantas veces y siempre es diferente. También te das cuenta de que escribes menos y vives más. Quizás sea porque escribir es una forma de escapar de la realidad y ahora es algo que no quieres hacer. Todo lo contrario, la realidad te gusta porque toda ella la encarna una persona. A la que por cierto conociste hace unos 9 meses por casualidades del destino y ahora resulta que es tu novia, y tu prometida. Que no se te olvide. Es la primera vez que pierdes el miedo a tu propio cuerpo, a como te vea cuando estás vestida de mujer, a lo que te gusta y a lo que no. La tienes mal acostumbrada a decirle que es perfecta a pesar de que sabes que no lo es. El problema es que lo es para ti, y no necesita serlo para nadie más. Y te tiene profundamente enamorada.

Lo importante no es el camino, sino con quien lo recorres. Te paras a pensar y eres consciente de que te queda un verano de curro en el que al llegar a casa (a la suya) te estará esperando con barra libre de besos sobre su pecho, o quizás esté en la puerta a la hora a la que sale. Y todo eso es secundario porque lo importante de esa escena es ella. Y todo ello, una práctica de toda la vida juntas. Desde nuestra futura casa imaginada en mi cabeza veremos pelis en el sofá una tarde lluviosa de otoño, pasearemos por la rivera del río un domingo de primavera donde quizás encontremos patos y buscaremos la piscina más cercana cuando llegue junio. Entre universidad y curro tendremos tiempo para boda, celebraciones, Rocío y Candelarias, juntas y en buena compañía. Después de ese momento de análisis ves que sólo a cambiado a mejor, que la realidad supera la ficción. Que Ro(dolfa) es tu sueño hecho realidad. Que ya no eres tú. Sois vosotras. Teneis un plan. 13.