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Mostrando entradas de 2013

Wonderwall

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          No sé cómo empezar esta historia, ni sé por qué la escribo. Sólo...siento que debo escribirla. El viento soplaba de forma intermitente. Creo que fue acertada mi decisión de coger el lobo de mar y la bufanda antes de salir de casa; de lo contrario hubiera muerto de congelación hace un buen rato. Mi madre, como siempre, me había recordado que no volviera tarde, ya que en su opinión "aquello era muy peligroso de noche". Sí, mi barrio era rarito de cojones, pero no creía, ni creo, que para tanto.  Una vez salí, decidí caminar en dirección a la entrada de la barriada, aprovechando que mi hermana no estaba. Puede sonar muy borde, pero es muy pesada, y sólo así podía estar relajada.  Caminé, ni siquiera cinco minutos, cuando la vi. Caminaba en mi dirección. No podía cruzar la calle en ese momento  por el tráfico. Me sentí agobiada, me faltaba el aire, quizás necesitaba un respiro. Pensé en ocultarme tras los g...

El baile de máscaras

No reconozco esa mirada. ¿A qué juegas? No lo sé, y tampoco me importa. Quiero iniciar una danza en la que participaran nuestras miradas, sin nadie que pueda interrumpirlas. Tu sonrisa será la luz de ese baile, y la mía el resto de la oscuridad. No se cual será más poderosa, pero ambas serán letales.  No más mentiras, no mas confusiones. Sé que me quieres, y me gustas, pero algo te lo impide. Lo noto.  ¿Por qué tienes que tener una mirada tan perfecta? No lo entiendo. Formas una escultura perfecta con cada movimiento de cuerpo, una que debería ser venerada.  Y me gusta ese gesto. Sí, ése que estás poniendo ahora. De relajación, de suficiencia, de confianza, de deseo. Y esa sonrisa burlona completa la composición de la perfección.  Me siento gilipollas, pero también genial. Por favor, mantenla para mi, antes de que nuestras miradas caigan agotadas en este baile macabro.

Sonido de guitarra

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La noche, plagada de estrellas, ya se cernía sobre el cielo de Cádiz. Alex (Alejandra para el resto del mundo) estaba sentada en un taburete, guitarra en mano, junto a la ventana. Las luces estaban apagadas, por lo que la habitación de Clara se hallaba inmersa en una profunda oscuridad. El calor veraniego azotaba con fuerza, y Alex estaba sólo en vaqueros, a pesar de que, en aquella noche tan calurosa, hacía una especie de frío acogedor en la habitación. Oyó la puerta abrirse, para cerrarse de nuevo inmediatamente. Entre las sombras pudo distinguir la figura de Clara, que llevaba la camisa de su chica como única prenda de ropa. Mientras unos acordes comenzaban a salir de la guitarra, casi flotantes, Alex pudo notar unas manos que la rodeaban por detrás, y antes de que se diera cuenta, los labios de la persona, que guardaban relación con aquellas manos,  la besaron. Sabía a regaliz. Sonrió, esbozando un gesto de suficiencia. Dejó la guitarra a un lado, y sentó a Clara en su...