El café del bar de la esquina
Ese café caliente que tanto te gustaba, se enfría. Esa emoción que te transmite tu canción favorita, dejas de sentirla porque quizás se ha vuelto repetitiva de tanto escucharla. Si bien le dije una vez a más de una "nadie es imprescindible, nadie se muere por nadie, nadie es para siempre". No me arrepiento en absoluto de esas palabras, pues sé que, feliz o con el corazón roto, no dudaré de su veracidad. Es cierto que el amor, como el fuego, puede ser muy volátil, efímero, o puede ser eterno, de ahí que se hable de la "llama del amor", y esas cosas. Yo nunca creí (ni creo) en el amor. Lo veo como algo utópico, sobre todo en mi. Como utopía, debí conocer donde está el límite entre el amor terrenal, corriente que yo puedo sentir, y el de ese tipo de amor. Pero por desgracia, no hay un cartelito en el que, con letra pulcra, figure: Fin del trayecto. Esa indicación no nos la puede dar a conocer nadie, porque viajamos solos. La conoceremos solo cuando seamos lo bastant...